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Los Relatos de Don Toño

A tí Papá en el

En Puerto Rico al Día de los Padres, algunos en tono de broma lo llaman el "Día de los perros". ¿Porqué será? Bueno, yo voy a hacer un análisis personal para encontrarle una razón a tan dura aseveración...

Para empezar y nadie lo va a discutir, se pone al padre a competir con la madre a ver quien tiene más peso en la vida de un niño. Aquí nos jodimos porque la madre es madre y no hay quien sustituya ese papel. Nosotros no tenemos la ternura y la candidez de una madre y ni decirlo... no tenemos la teta que el niño busca cuando tiene hambre. Cierto es, yo no puedo ni pretendo competir con el significado de lo que una madre es...

 

Para la celebración del Día de las Madres, por lo menos en mi pueblo, como lo narré anteriormente, se cierran hasta las calles para vender las chulerías que ellas se merecen. Pero para nosotros llegó el día de los calsoncillos, pantalonsillos o como usted los quiera llamar, las corbatas y los pantalones cortos. Aquellos con más suerte conseguirán herramientas o utencilios para el jardín o la casa.

 

Es el día que hay que hacer Barbeque y uno es el que se joroba haciéndolo casi siempre solo detrás de la casa y bajo el ardiente sol.

 

Coño, nosotros no somos tan malos... De que los hay los hay, y es a éstos a los que yo quiero dirigirme a ver si por una vez y por todas se acaban los calsonsillos.

 

Yo tengo que confesar que cuando uno está empezando a ser padre uno es "más papista que el papa", porque tú quieres que tus hijos sean los mejores del mundo. Tú no quieres ser un padre "blandengue" y que tus hijos abusen de tí y te den en la cara, sean bandoleros y no tengan educación... pero en esta preocupación, muchas veces se nos pasa la mano...

 

Si tu me preguntaras, yo hubiese cambiado unas cuantas cositas en la crianza de mis hijos... pero nadie aprende por cabeza ajena... Yo tuve la bendición de aprender de mis hijos porque ellos me enseñaron y yo aprendí aunque a regañadientes. Nunca es tarde para aprender. Si no quieres calsoncillos en tu día, tienes que reflexionar y aceptar que aunque tus deseos sean los mejores, quizás hay mejores maneras de enseñar...

 

Navegando la Internet, encontré lo que abajo publico y espero que ésto te ayude para acabar con la era de los calsonsillos para el día de los padres...

 

Anyway, Feliz Día de los padres y si tu eres uno de esos padres no descritos en este escrito, te felicito y te admiro... Yo por mi parte te diré que los años de los calsoncillos para mí terminaron hace un buen tiempo porque aprendí mi lección.

 

Escucha hijo: voy a decirte esto mientras duermes, con una manita
metida bajo la mejilla y los rubios rizos pegados a tu frente humedecida.
Hace unos minutos, mientras leía mi libro en la biblioteca, sentí una ola
de remordimiento que me ahogaba. Culpable, bien junto a tu cama.
Pensaba que me enojé contigo. Te regañé cuando te vestías para ir a la
escuela, porque apenas te mojaste la cara con la toalla. Te regañé,
porque no te limpiaste los zapatos. Te grité, porque dejaste caer algo al suelo.
Durante el desayuno te llamé la atención también. Volcaste las cosas.
Tragaste la comida sin ningún cuidado. Pusiste los codos sobre la mesa.
Untaste demasiada mantequilla en el pan. Y cuando te ibas a jugar y yo salía a tomar el coche,
te volviste y me saludaste con la mano y me dijiste: " ¡Adiós, papácito!" ;
y yo fruncí el ceño y te respondí:" ¡ Ten erguidos esos hombros !".
Al caer la tarde todo empezó de nuevo. Al acercarme a casa te ví de
rodillas jugando. Tenías agujeros en los pantalones.
Te humillé ante tus amiguitos al hacerte marchar a casa delante de mí:
¡Los pantalones son caros y si tuvieras que comprarlos tú, serias más cuidadoso!
Pensar hijo, que un padre diga eso.
¿Recuerdas, mas tarde, cuando yo leía en la biblioteca y entraste
tímidamente, con una mirada de perseguido? Cuando levanté la vista,
impaciente por la interrupción, titubeaste en la puerta. ¿Que quieres
ahora?, te dije bruscamente.
"Nada", respondiste, pero te lanzaste en tempestuosa carrera y me
echaste los brazos al cuello y me besaste, y tus bracitos me apretaron
con un cariño que Dios había hecho florecer en tu corazón
y que ni aún el descuido ajeno pudo extinguir. Y luego te
fuiste a dormir con pasitos ruidosos en la escalera.
Bien hijo; poco después fue cuando se me cayó el libro en el regazo y
entró en mí un terrible temor: ¿ que estaba haciendo en mi la
costumbre? La costumbre de encontrar defectos, de reprender. Esta
era mi recompensa a tí por ser un niño. No era que yo no te
amara, era que esperaba demasiado de tí. Te medía según la vara
de mis años maduros.
¡Y hay tanto de bueno y de bello y de recto en tu carácter! Tu corazón es
grande como el sol que nace entre las colinas. Así lo demostraste
esta noche. Nada más que eso importa esta noche, hijo. He llegado
hasta tu cama en la oscuridad y me he arrodillado lleno de
vergüenza.
Es una pobre confesión. Sé que no comprenderías estas cosas si te las
dijera cuando estás despierto, pero mañana seré un verdadero
papá. Seré tu compañero, sufriré cuando sufras y reiré cuando rías.
Me morderé la lengua cuando vaya a pronunciar palabras
impacientes. No haré más que decirme, como si fuera un ritual: " No
es más que un niño, un niño pequeñito ".
Temo haberte imaginado hombre. Pero al verte ahora, hijo, acurrucado,
fatigado, veo que eres un bebé todavía. Ayer estabas en los brazos
de tu madre, con la cabeza en su hombro. He pedido demasiado,
demasiado....

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