San Antonio cambió mi vida
Aunque a San Antonio se le ha conocido entre las creyentes como el Santo que le consigue novio a las “jamonas” cuando lo ponen “patas pa’arriba”, no voy a hablar del Santo ni de sus Milagros.
Voy a referirme al Colegio San Antonio de Rio Piedras en Puerto Rico. Voy a relatarles un momento en mi vida que fue de grandes satisfacciones y que hasta estos días han influido en mi vida y en mi forma de ser y de sentir.
Yo soy producto de las escuelas públicas de Puerto Rico. No, no estudié en este prestigioso Colegio. Cuando me mudé a “la loza”, es decir San Juan, me limité a pasarle por el frente cuando cogía la “pisicorre” que iba de Rio Piedras a Carolina. Me impresionaba la estructura física y lo limpio y decente que se veía desde afuera. “Of course”, era un Colegio para los riquitos del area y yo no caía en ese grupo.
-“A llorar pa’maternidad”-
En adición yo no era católico… pero los destinos de cada hombre solo Dios los sabe. Al correr los años y a “cantazo limpio” logré entrar a la Universidad de Puerto Rico con la intención de estudiar leyes o derecho. Las cosas en mi casa se pusieron color de hormiga brava y me decidí a coger los créditos en educación para ser maestro , poder estudiar y trabajar para ayudar la familia. Al graduarme se me dio la oportunidad de pertenecer a “La Compañía Teatral de Maestros” y me fui de gira por las escuelas rurales haciendo de gato y cantando en lo que don Leopoldo Santiago Lavandero llamó “La Plenópera del Empache”. Fue incredible la experiencia de la cual algún día les hablaré. La cosa fue, que a mitad de gira, “fuápiti”, cortaron los fondos , la gira se canceló y la Compañía Teatral de Maestros de Puerto Rico desapareció.
-“A llorar pa’ maternidad”-
Para esa época, como ya dije, yo no era católico, pero había una muchacha que me gustaba y donde la podia ver era los viernes en el MPJ, “Misión Posible de la Juventud” o los domingos en misa. Así que toñito se metió a católico. Aprendí a pararme y a arrodillarme y me embollé de tal manera que en menos de un año era yo el presidente del “MPJ” que los menos creyentes llamaban el grupo de los “Muchos Pendejos Juntos.”
Fui a cursillos y a retiros y me uní al grupo del Padre Juan en el Centro Capuchino de Trujillo Alto. Allí conocí a mucha gente y me convertí en conferenciante y la vaina me gustó. No les negaré que tanto fue el embolle que hasta por poco me meto a cura.
-A llorar pa’maternidad”-
A una de las personas que conocí fue a Edgardo Díaz; no el productor de Menudo, pero casi casi… Vicki su esposa era maestra de religión en el Colegio San Antonio y estaba por parir a Edgardo José, quien hoy en día se le conoce en el mundo artístico como Edgardo Monserrat, ganador del concurso de nuevas estrellas de Sábado Gigante” y quien vendría a ser mi ahijado. La cosa fue que ella tenía que dejar el salón de clases por órdenes médicas y Sister Ramón le exigió a Vicki Díaz traerle un sustituto de su confianza para dar su clase de religión en lo que ella paría.
Como yo hablaba bonito, eso decían, y tenía mi credencial de maestro… y estaba desempleado al cancelar la gira de la Compañía teatral, Edgardo se me acercó y me pidió que lo ayudara porque se le estaba haciendo difícil conseguirle el remplazo a su esposa .
Tal era mi desesperación económica del momento que no lo pensé dos veces y acepté el reto.
Edgardo me dijo: “Aquí está el problema, te vas a tener que recortar y caerle bien a la monja… deja que conozcas a Sister Ramón…”
No me recorté porque no tenía dinero, pero me peiné lo más bonito que pude. Ella me recibió con un –“qué remedio”- no sin antes advertirme que me daría una semana de prueba. Me leyó la cartilla y me entregó la lista de mis deberes y obligaciones.
Tengo que confesar que yo no tenía la más prostituta idea de lo que iba a enseñar. Me fui a mi apartamento y me leí todos los libros y panfletos que me entregó. Tendría que enseñar religión a estudiantes de escuela intermedia y no se imaginan ustedes lo aburrido que yo había encontrado aquellos manuales.
A la mañana siguiente, me levanté bien temprano y me puse los “Levy’s” más bonitos y una de las pocas corbatas de “Donato’s boutique” que tenía en el “closet”. Sister Ramón quien me estaba esperando al llegar al Colegio, me miró de arriba a abajo y me pidió la libreta de planes. Luego de -“ no está tan mal” me invitó a acompañarla a inspeccionar las filas que se iban formando en la Cancha de baloncesto para poder subir al salón de clases. La sister iba tasando una por una las filas y uno por uno los estudiantes. A las niñas le miraba el largo de las faldas del uniforme, el peinado, los zapatos y sabe Dios que más… a los niños les “chequeaba” el largo del pelo, lo limpio del uniforme … los zapatos tenían que estar “brilla’os y no podían apestar a sudor… Si alguno llegaba despues que sonaba el timbre y no estaba en fila… pobre de él y su mamá…
No me costó mucho trabajo hacer amistad con mis estudiantes y ganarme su confianza. Bueno, es justo decir que para los muchachos era novedad tener un maestro joven, pelú y un tanto rebelde para el tiempo y que fuera aceptado por la “monja sargento”.
Conocí luego que a Sister Ramón le gustaba el revolú de presentaciones teatrales, la música y la política. Nos hicimos buenos amigos y aparte de las clases de religión y Español que daba, me envolvió en sus producciones teatrales. Ese primer año llevamos a escena el musical “Mary Poppins”. Luego serían “El violinista en el Tejado y Godspell”…
Enseñando a aquellos muchachos aprendí lo que la YUPI no me enseñó…Los estudiantes tienen en cada pregunta un reflejo de lo que les inquieta en la vida. De maestro aprendí a descubrir por mi cuenta y sin necesidad de otros, quien es quien. La primera semana los compañeros maestros me bombardearon en decirme quien era quien y lo que daba cada uno. Esa fue mi primera lección: Nadie debe tener un sello. Cada cual reacciona como se le trate… claro está; el que es bruto es bruto; el que es brillante brilla por luz propia. Siendo honesto no creo que por mis manos pasó nadie que fuera bruto, pero si pasaron muchos que se hacían para que los calgaran.
Mi primer cantazo para que yo cayera en sitio me lo dió el papa de un alumno. Aquel caballero fue despues de clases a conocerme y a preguntarme como estaba su hijo. Yo sin pensarlo mucho le dije que podría estar mucho mejor… y para que fue eso! La mirada que le dio aquel señor a su hijo y decirle”no te apures, deja que lleguemos a casa”… bastó para que desde aquel día yo tuviera cuidado en lo que le decía a los papás…(si mal no recuerdo, fuiste tu Eddie?)
Tengo que recordar a estudiantes que pasaron por mis manos y que dejaron una huella en mi existencia… Todavía guardo el crucifijo que me trajo Damaris Otero de uno de sus viajes, la sonrisa de Tony de la Cruz cuando fui a visitarlo a su casa cuando estaba enfermo, el abrazo que me dio aquel estudiante sin padre cuando lo llevé al juego de pelota a ver a su equipo jugar…y como esas un montón.
Sin que nadie se me ofenda recuerdo a Toñita la cocinera de la cafeteria, a Doña Ceci que me mandaba café al salon, a Moncho, el del caminar rápido, a Sister Paulette, Sister Marianita, a Titi Sister o mejor dicho Sister Luisa y sus chistes “mongos”, a Pepi Nine, al bonche de los Martínez: Rosarito, Francisco, Manu, al de los Castillo, Braulio, Carlos, Zulma, a Sammy Forti, Héctor Rafael Vázquez, que era bien calla’o, Pedro Telemaco, a Vanessa Varela- la bailarina, flaquita ella; Pepe y Paco Rodríguez, ¿quién era más incordio?, Yasmín Pereira, Tony Miró y su hermana de los ojos bellos, el proyecto de las latas de Coca Cola, Charlie Levy, los hermanos Pratts, Millie Fuentes, al cubanazo Ricardo Jaen: ¿es cubano, verdad? Y yo creo que Landa tambien! Y puedo seguir…
Mis primeros alumnos en aquel Colegio, celebran este año 25 años de haberse graduado y han tenido la gentileza de invitarme a su celebración. Al ver el e-mail que me envian veo los nombres y me remonto a cuando ellos estaban en séptimo grado, faltan algunos que no se graduaron de San Antonio y veo otros que no tuve el placer de conocer. Pero en su mayoría, ese fue el grupo que me dio el diploma de maestro… con ellos yo creo que pasé la prueba, y por supuesto sobreviví a Sister Ramón y me hice hombre.
En San Antonio conocí a la hermana de uno de mis alumnos y con ella llevo 29 años de casado, dos hijos y cuatro nietos…
Si no los veo, gracias por acordarse de mí. Me hacen sentir orgulloso de haber sido un granito en su vida. Felicidades por sus triunfos y por manteserse unidos.
¡A llorar pa’ maternidad!
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Donny -